01 julio 2009

Espacios independientes: un parto difícil


El pasado día 5 de noviembre de 2008, convocados por el Centro Atlántico de Arte Moderno-CAAM, dentro del programa “El CAAM en la encrucijada del arte actual II”, se reunieron en espacioGuía, una serie de personas representantes de entidades (formales o no) que se definen como “espacios independientes” de creación artística y cultural en Canarias.

Días después redactamos un documento de conclusiones, que a continuación se publica, y tratamos de poner en marcha el proceso de trabajo al que se hace referencia.

Ocho meses después, y a pesar de intentarlo, todo sigue sin moverse, nadie contesta.

¡Parece difícil este parto!

CONCLUSIONES (por Fernando Maseda)

Lo que inicialmente estaba planteado como un debate sobre la situación del CAAM, y en general sobre la situación de la cultura y el arte en Canarias, desde la experiencia y percepción de los espacios independientes de creación, de una forma natural ha derivado en el compromiso de abrir un proceso colectivo de trabajo dirigido a:
  • Consolidar el vínculo de reconocimiento y colaboración entre los espacios independientes representados, así como con otros no representados pero actualmente existentes (o que lleguen a existir en un futuro).
  • Generar respuestas, a partir de dicho vínculo y compromiso, a la precariedad del ambiente cultural en Canarias.
  • Y construir generosamente, dichas respuestas, no sobre lo personal y oportunista sino sobre lo colectivo, mediante un proceso autónomo abierto.
Lo que pone en evidencia tres cosas:
  1. El potencial creativo existente, las ganas (ansias) de “hacer cosas”.
  2. La generosa intencionalidad con la que se afrontan dichas “cosas a hacer”, que sobrepasa los límites de la autoría individual.
  3. La responsabilidad compartida que se asume en un proceso que sabemos que nadie hará por nosotros, y que no es bueno que nadie haga por nosotros, pero para el que necesitamos estímulo y ciertas condiciones adecuadas.
Actualmente no sólo existe capacidad para crear, también para reflexionar sobre la propia creación, los procesos creativos y cómo éstos se inserta en la sociedad. El artista ya no se ve como un simple productor de contenidos artísticos y culturales para un mercado comercial o de programación institucional, ahora el artista aspira a ser el protagonista de procesos sociales experimentales y complejos; participando (y/o liderando) en la gestión del espacio cultural público. El creador quiere ocupar el espacio que le pertenece y reclama a lo institucional colaboración y no oposición.

Todo ello denota un importante grado de madurez y parece entrever la reimplantación de un interesante “ecosistema” de la creatividad y la innovación, pero en la situación actual (de partida) se detectan toda una serie de síntomas de carencia y dificultad, que nos llevan a pensar que el primer impulso (puesto en acción desde el CAAM), aunque ilusionante y necesario, todavía no ha hecho más que empezar y queda mucho por andar.

En general entendemos que un proceso colectivo de trabajo para el “renacimiento” cultural (del que en esta reunión ha salido la intención, por parte de los espacios independientes presentes, de ponerlo en marcha) debe de ser activado desde los propios creadores, aunque necesita apoyarse en un compromiso de interdependencia con la institución (en este caso el CAAM), y que ésta debe de propiciar abiertamente la condiciones adecuadas, sin esperar nada a cambio, como parte de la asunción de su responsabilidad y sus obligaciones institucionales.

Esta delicada relación entre independencia e interdependencia, entre lo chico (los espacios independientes) y lo grande (la institución), entre lo horizontal y estable (la institución) y lo vertical, emergente, imprevisible e innovador (los espacios independientes), debe ser vivida por las partes como un compromiso, y con una voluntad cooperativa, generosa, respetuosa, transparente y equitativa.

Entre las carencias y dificultades antes aludidas, cabe llamar la atención sobre:
  • Hay pocos espacios independientes, o bien éstos son invisibles (y por ello no han estado representados en esta reunión).
  • No existen canales que articulen entre sí a estos espacios independientes.
  • La mayoría de ellos sobreviven (artística y económicamente) de forma precaria, gracias al esfuerzo voluntarista de sus componentes, que frecuentemente desempeñan una segunda profesión con la que se ganan la vida.
  • No encuentran un mercado fuerte, con lo que no consiguen autofinanciarse. O bien encuentran un mercado excesivamente intervenido por la institución, que obliga a los creadores a producir lo que se les pide, o les asfixia al ocupar todo el espacio.
  • El comportamiento casi siempre timorato, caprichosos y accidental de las instituciones culturales (públicas y privadas), que raramente apoyan de forma inequívoca, y mantenida en el tiempo, proyectos que implican procesos de trabajo de lenta cocción, a medio y largo plazo.
  • La preferencia de las instituciones por la cultura de escaparate, foto y memorando, frente al desinterés por la cultura participativa, abierta y procesual. El miedo de éstas a los procesos creativos abiertos (críticos e impredecibles), y por consiguiente el apoyo generalizado a la cultura “finalista” (producto, mercancía), frente a la cultura de procesos de trabajo participativos, acumulativos y progresivos. La participación ciudadana no se puede concebir como un canon que cede la institución, ya que es la esencia de la propia cultura.
  • La falta de sensibilidad y compromiso social de las instituciones, que miden lo cultural con indicadores y parámetros (cuantitativos y estadísticos) ajenos casi siempre al hecho cultural.
  • Los creadores no son un medio para que la institución llegue al público, es la institución la que ha de concebirse como un medio neutral para que creadores y público abiertamente se encuentren.
  • La falta de coordinación inter-institucional, que conduce a un mal aprovechamiento y distribución de los recursos culturales disponibles.
  • La muy cuestionable capacitación de los responsables de las políticas culturales y la falta de profesionalidad y motivación (muchas veces debida al encorsetamiento al que se ven sometidos) de sus gestores.
Toda esta amalgama de ganas de transformación y dificultad encostrada al cambio, de ilusión y desmotivación, de empeño, aburrimiento, precariedad, disponibilidad, generosidad, compromiso… se enfrenta con una nueva visión de nuestra realidad: Canarias como “laboratorio de la globalidad”. Realidad emergente en la que confluyen múltiples problemas-soluciones eminentemente culturales, tales como el desarrollo sostenible, la inmigración, el turismo, el territorio y el paisaje, la visión desde lo local, la participación ciudadana, la responsabilidad social… que están configurando una nueva concepción de la cultura y el arte contemporáneo; y que todos ellos se das cita y manifiestan de forma explícita en Canarias.

Si bien es cierto que esta realidad ha empezado a ser asumida por diferentes instituciones, poniendo en práctica programas así encaminados, no sólo basta con apelar a ciertos contenidos (arte, ciencia, sociedad...) o ciertas dinámicas (creatividad, innovatividad...), se trata del modo en cómo hacerlo, de la necesidad de una eficiente implantación cultural. Y en esta tarea tienen mucho que decir, y pueden mejor hacer, los espacios independientes: por su proximidad a la calle, por ser micro-estructuras ágiles y flexibles y por constituir el germen mismo de la participación ciudadana.

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